La biblioteca universitaria, en esencia, está convocada a cumplir con una función cultural de excelencia. Se trata de una tarea que pertenece de por sí al concepto y misión de toda biblioteca; es por ello que su labor cultural está alineada a la noción de formación cultural de la comunidad a la que atiende en la organización de actividades culturales complementarias. En consecuencia, las gestiones de extensión cultural que ejecuta una biblioteca universitaria debe ser parte integral de la formación de sus usuarios y de la oferta de servicios a la comunidad institucional. Para cumplir con este cometido, es fundamental que los colaboradores que intervienen en este proceso, cuenten con las competencias necesarias para constituirse en agentes relevantes en las actividades culturales de extensión. La existencia de espacios culturales debe ser atendida como una de las necesidades de primer orden por parte de quienes dirigen una unidad de información. A través de actividades culturales -altamente demandadas por las comunidades universitarias- se va creando un sentido de identidad, de memoria y desarrollo de un tipo de pensamiento que fortalezca y reafirme la diversidad cultural de nuestro país en sus distintas expresiones. Las bibliotecas universitarias tienen la gran responsabilidad -dada su función académica y a la naturaleza pedagógica de su quehacer- de propender a la formación integral de la comunidad. Su posición privilegiada en el espectro social-institucional del país, conlleva a que su labor en el ámbito de la formación cultural esté en sintonía con las expectativas la comunidad.
Rol cultural de las Bibliotecas Universitarias
